martes, 22 de agosto de 2023

Petricor

        La sensación de estar en constantes contradicciones es parte del aprendizaje que tuve cuando entendí que la identidad era mutable. Y que día a día nos vamos transformando, cuestionando y reforzando en aspectos que para el mañana ya estará obsoleto. 

       Y aunque suene algo bastante sencillo, para una persona como yo que busca la estabilidad y las rutinas, esto puede ser confuso. Un mundo a veces demasiado indescifrable, donde los mapas y brújulas quedan desactualizados y en desuso. 

        Antes me parecía atractivo participar en política y ahora pienso que no duraría un sólo día ostentando un cargo de elección popular ni alguna asignaciónde un partido. 

       Antes anhelaba formar una familia, mal catalogada como "funcional" y cada vez más pienso que sólo era una presión social que dicta demasiado de lo que pretendo como proyecto de vida. 

        Vivir en Chile es en si misma una contradicción constante. Votar por un presidente de ultra izquierda y elegir que la constitución la redacte la ultraderecha, es solo el botón de muestra. Pasamos de la sequía a la inundación en un par de meses. Y hace replantearse el gusto al olor de tierra mojada o a la tranquilidad que transmite dormirse escuchando la lluvia en el techo. 

        Desconfías del tejado de la vivienda o del cimiento dónde está construido. Y confías en teorías conspirativas que demostrarían que esto no es algo al azar, sino una planeación de una zona de sacrificio que siempre termina afectando a personas marginadas. Confías en la místicas ideologías cercanas al horóscopo, cambios lunares y el destino, en contraposición a lo que plantea la ciencia, porque no ha sido del todo certera. 

        Desconfías de las alertas de evacuación y de la información de la prensa, prefieres ver el cielo y mediante el movimiento de las nubes pronosticar los mm de agua caída. Desconfías de la señal del arcoíris como prueba que ya no habrá acabo de mundo por inundación. Brinda una cuota de esperanza, ver redes sociales y cómo la solidaridad y el humor, hace ponerse en pie nuevamente (y nuevamente, en un bucle). 

        En momentos como estos me invade la emoción de amar mi país y, por otra parte, querer tomar el primer vuelo que salga e irme muy lejos en busca de estabilidad. Sabiendo que probablemente, eso tenga que ver con mi propio mundo interior - caótico, por lo demás - que en el exterior. 

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