viernes, 28 de enero de 2011

Se sentó a mi lado en la clase de Gramática Sincrónica, yo estaba rogando que se quedara y que cumpliera la función de traductor en esa clase que estaba hecha en un idioma desconocido. Un segundo después pensé él quizás supiera menos que yo y que como sabe que tengo la materia sólo se sentó ahí para pedirme copiar o fotocopiar mi ordenado cuaderno. Apenas eché un vistazo disimulado y me di cuenta que apenas conocía al compañero de mi lado, lo que significaba que aunque entendiera más que yo, nunca me atrevería a pedirle ayuda. Haciendo recuentos para recordar cuándo lo conocí, se vino a la memoria que tenemos un amigo en común que está un año más adelantado que yo, sólo lo saludé por cortesía mientras hablaba con mi amigo y él se acercó. Es decir, de relación ninguna. También recordaba que a veces cuando lo veía desde lejos le encontraba cierto parecido al, en aquel entonces, mi pololo. Algo había en la manera de peinarse y en su contextura.
El profesor no llegaba a la sala, algo poco habitual en él, por lejos el más responsable que he tenido en todos mis años estudiantiles. Miré nuevamente a mi compañero de asiento, tuve un momento de feliz nostalgia al reconocer más detalles de mi ex en él. No era sólo el peinado, este muchacho era la copia del que antes fue mi amor. Sus ojos enmarcados en oscuras cejas, largas pestañas y notorias ojeras; su color de piel, su suavidad, incluso la ausencia de barba o para qué hablar de sus labios bien formados y delineados apenas en el rostro. Me sonrojé al descubrir tantas semejanzas.
Transcurrieron quince minutos y comenzó a rumorearse que había que hacer lista e irnos. Yo tenía frío y no quería salir a ningún lado. Necesitaba esa clase más que cualquiera, no me resultaba graciosa esta inusual inasistencia del profesor. Mi compañero me preguntó si iba a firmar la lista (vaya sorpresa ¡tenía hasta la misma voz!) yo le respondí que firmaba de las últimas y que me ofrecería a dejar la lista para así recoger alguna explicación. Me comentó que también le parecía extraño que se haya ausentado sin haber dado alguna explicación previa. Mientras me hablaba, él guardó sus cosas y se disponía a irse, cuando me dijo:
-Disculpa la pregunta, pero ¿a ti te gusta el Ricardo (amigo en común)?
-No, no me gustan los tipos como él- le respondí.
-¿Y entonces, cómo te gustan?
-No sé, más como… como tú :$