lunes, 22 de noviembre de 2010

El Cuerpo

" Pero mirar el propio cuerpo bañado de luz es un juego traicionero. Una vez estaba Agnes con su amante y se vio mientras hacían el amor unos defectos del cuerpo en los que no se había fijado durante su último encuentro (sólo se encontraba con su amante una o dos veces al año en un hotel grande y anónimo de París). No podía quitarles los ojos de encima: no veía al amante, no veía los cuerpos fornicando, sólo veía la vejez que había comenzado a roer su cuerpo. La excitación abandonó rápidamente la habitación y ella cerró los ojos y aceleró lo movimientos amorosos como si quisiera impedir que su compañero leyera sus pensamientos: decidió en ese momento que aquélla era la última vez que se reunía con él. Se sentía débil y ansiaba la cama matrimonial, junto a la cual la lámpara permanece apagada; ansiaba la cama matrimonial como un consuelo, como un callado puerto de oscuridad."

La Inmortalidad
Kundera

¿Qué es lo que impide la presencia del amante?
El Susto de la pasión desbordante ausente en la cama matrimonial. O porque simplemente somos nosotros mismos nuestros amantes que disfrutamos con ver nuestro cuerpo desnudo casi resplandeciente y eso nos hace prescindir de otra persona. Es el yugo moral que nos indica que es una acción errada, la justificación oficial. No, debe ser algo más trascendente, incluso puede deberse a la idea de fracasar también con ese "otro".
Ahí queda a la reflexión.

jueves, 11 de noviembre de 2010

El Anillo

Me hablaste sin que hubiera nadie más y yo pensé que era algo tan trivial que no valía la pena escribirlo ni siquiera notarlo. No me preocupé de descifrar la intencionalidad comunicativa. Ingenuamente sonreí, respondí, fue cortés (sin ser con esto amable, dulce, tierna), sino que sólo reaccioné frente a las preguntas.

No me hablaste cuando estaba en grupo, pero querías pertenecer al mío. Un acto de conveniencia fue eso para mí. Tener una aliada frente a desconocidos que no se interesaban por sacarte del anonimato. Cuando me di cuenta no lo transmití, “muchos son estos en la tierra”, me dije.

En la soledad casi absoluta me descubriste, hablaste y hablé, preguntaste y respondí, nada nuevo bajo la escasa luz de los tubos fluorescentes de la biblioteca. Te asombraste de no sé qué ¿de mis manos resecas?, ¿mis uñas sin esmalte?, ¿la palidez de mi piel helada?, ¿el pequeño anillo comprometedor?, ¿mi anillo?

A nadie le ha sorprendido tanto esa joya como a ti. Qué extraño. Y qué extraño sonido tienen los pocos monosílabos que reproduces ahora en mi presencia. ¿Acaso también percibes el dolor que me causa cargar con este pulido metal? Cuánto pesa el recuerdo persistente. A veces desearía tener alergia, alguna excusa para deshacerme un momento del simbolismo obligado.

El anillo austero, apenas centímetros de material precioso se han convertido en la muralla más aislante y efectiva que se haya logrado construir. Debería construirse la joya de Compromiso A Sí Mismo que nos hace más falta. Yo me las rebuscaría por conseguirlo, pero quizás en momentos de necesidad la empeñe y sin tener el dinero para recuperarla, terminaría por perderlo para siempre.

Ahora recuerdo tus preguntas y asombro, ellas se han develado a mí con claridad. Me recuerdo a mi misma en la espontaneidad de mis respuestas casi sin pensar. Rememoro una pareja de jóvenes en una biblioteca que se confesaron y que posteriormente se tradujo en un silencio paulatino.

Hoy, cuando ya casi no me dejo tiempo para cuestionar, no llega a mí ningún sonido. ¿Dónde quedó esa juventud? La risa constante hoy se ha vuelto sonrisa compasiva. He perdido mi esencia al empeñar el anillo valioso y quedarme con el costoso. Ojalá tú sí hayas cumplido, tal vez de improviso te despiertas, también, con el sabor de nuestra imagen juntos.

domingo, 7 de noviembre de 2010

Querido

Amado Mío:

Nunca pensé volver a verte, pero bastó que unas cuadras nos separaran para saber que estaba nuevamente cerca de ti. Tu figura que antes me parecía deslumbrante y atractiva, ahora me parecía aún más, algo había cambiado; tu más bello, y yo, ahora comprometida. Cuando te vi lo olvidé todo, más cuando te acercaste y me invitaste a diseminar de flores el arco iris.
Me diste la opción de pensarlo, pero no tengo nada que meditar, no tengo miedo de asumir un desafío contigo, tu voz tranquila, tus ojos sinceros hacen acallar cualquier miedo que pueda tener.

Te amo, y estoy dispuesta a dejarlo todo por ti, por lo nuestro. La vida que llevo no me hace sentido si no es contigo a mi lado. Lo siento por el que queda, pero no podía continuar engañando a mi corazón. ¿Estará bien que te ame tanto? Yo creo que sí, desde que te vi, no puedo dejar de traer a la memoria cada segundo que pasamos juntos, me río sola de solo rememorarte. Espero con ansias la próxima vez que nos juntemos para emigrar juntos. Cada instante siento tu esencia, la cual ahora está presente en todas las cosas.

Eres como una película de amor en la cual nunca se quiere llegar al final. Como la bella flor que se piensa nunca se marchitará. Te amo, no me cansaré de decírtelo así voy hilvanando las huellas que serán camino para otros; amantes silenciosos que esperarán la aprobación de la luna para la invención de una nueva forma de amar. Nos rodea una magia exquisita, no me quiero ausentar de tus abrazos perennes. ¿Por qué te fijas en mí? ¿Será que las otras no te quisieron acompañar en tu odisea? No me importa, aun sabiendo que quizás solo sea tu premio de consuelo, me conforta la idea de tenerte cerca de mí y yo de ti, viniste a hallarme en mi total anonimato, me invitaste y te acepto. Este árbol de ramas enmarañadas necesitaba un nido de amor que construiremos juntos. ¡Te amo!.