viernes, 10 de junio de 2011

Eucaliptus

[me hace mal no escribir]

No sé si es porque estoy resfriado o porque estoy en el turno de noche. El asunto es que hoy el día está particularmente helado para mí y ya no tenía ganas de caminar ni siquiera para llegar a mi casa y descansar un momento. Hice varias escalas para limpiarme la nariz y toser. Estoy cansado de hacer el "ritual del agripado". Me gustaría que mi polola me espere en mi casa, q me abrace, me sonría y me acompañe mientras me quedo dormido. Que me acompañara hasta que deje de sentir este hielo que me congela el pecho. Que al despertar esté con esas friegas de abuela, con pastillas que encuentre por fin el remedio que me mejore.

No encuentro la diferencia del día con la noche, ambos están oscuros y fríos. La gente no sale a la calle. El humo que sale de cada chimenea se confunde con la niebla (cuánto la detesto) Me detengo para toser. No puedo quedarme ahí, debo llegar a mi casa. ¿Cuánto me falta? hmm, dos cuadras todavía. Tengo náuseas... si me desmayo acá nadie me recogerá. No hay otra salida, darme ánimos, esperanzarme que mi chanchita está aguardando por mí.

Por fin llego, fueron las cuatro cuadras más largas de mi vida. Estoy exhausto, estoy harto de estornudar, vengo congelado. Entro en la casa, la casa está en absoluta paz, me desplomo en el sillón y por fin logro descansar. Luego de unos minutos me reincorporo, apenas me caliento agua para preparme el remedio de eucaliptus. Pienso que ese nombre tiene un nombre muy siútico, debería llamarse simplemente "eucalipto" o como decían los viejo "ocalipto" y se ahorraban todos los problemas. Estoy delirando, pero estoy feliz de pensar en algo tan absurdo. Mi polola no está, pero estoy contento, repito "eucaliptus" y me río solo. Tomo dos sorbos de la infusión, me acuesto y no quiero despertarme.